23 octubre 2008

No way



Por las mañanas, él apenas era capaz de articular ni siquiera un sonido inteligible. Un gruñido ténue tal vez, más cercano al de un perro enfadado que a un humano. El cielo gris tampoco contribuía mucho al entusiasmo. Pero había que salir a la calle encapotada, a la calle sucia y gris cemento de cada día, a la calle de locutorios y tiendas abiertas hasta el amanecer donde nada se compra y todo se vende. Pero también a la calle fresca de olores salidos de la ducha, a la calle reciente de panes y tambien de peces. A la calle llena y vacía. A la calle.

El día lo prometía todo y nada. Y en esa bruma espesa a pesar de todo esperanzadora, aparecía ella. Vestida con ropajes de mercadillo, un bolso en bandolera y el pelo meticulosamente despeinado. Cargada de buenas intenciones. Con la agenda llena de deseos de salvar el mundo de la tiranía y de paso algunas especies en peligro de extinción. Nada parecía más risueño, emotivo, claro y diáfano que su cara limpia, sín rastro de malas noches, su cara inocente y porqué no, un poco boba. Su cara llena de equilibrio, dulce y elástica, sin señal alguna del maltrato del tiempo.

Él procuraba salir siempre a la misma hora para verla. Disumuladamente, subía tras ella en el autobús. Sin acercarse mucho, eso sí, para no despertar sospecha. Su cara malafeitada y su aspecto malsano no eran los mejores méritos para un acercamiento. Se sentaba detras de ella, observando su cabeza malpeinada, intentando descubrir sus secretos. Pero ella no tenía ninguno. Todo estaba a la vista. Pero esa sencillez, esa desnudez era lo que , al fín y al cabo, le fascinaba.

El viaje terminaba cada dia igual. Ella se bajaba y acababa engullida por la nube de estudiantes que procedentes del metro se dirigian a las distintas facultades. Él la seguía con la mirada hasta que el autobús se perdía en el caos matutino. Jamás cruzaron una palabra, una mirada, un gesto.

Ella terminaría unos estudios que después no le servirían de mucho, se casaría con un alumno aplicado o con un profesor o con un bedel, vete a saber, y tendría una vida más o menos aburrida. Y unos años después, cansada de esa vida y habiendo dejado sus sueños aparcados en el congelador, saldría una mañana a la calle viscosa, a la calle gris cemento, a la calle encapotada. Dispuesta a coger el mismo autobús de un extraño. Un hombre al que imaginaba con un pasado interesante pero tortuoso, quien sabe si un aventurero o un revolucionario dispuesto a una cruzada. Se sentaba detrás de él, imaginando que pasaba por su cabeza, hasta que el autobús frenaba y el se bajaba dispuesto a otro día mas.





Digg Google Bookmarks reddit Mixx StumbleUpon Technorati Yahoo! Buzz DesignFloat Delicious BlinkList Furl

0 comentarios: on "No way"

Publicar un comentario